LA IDOLATRÍA

Contribuido por nuestra amada hermana Angélica L.

13-04-2024

La RVC: Reina Valera Contemporánea dice así en Isaías 44:9-20:

 

 

“Todos los que se dedican a hacer imágenes talladas no valen nada. Aun lo más valioso de ellos no sirve para nada. Y para confusión suya, ellos mismos son testigos de que esos ídolos no ven ni entienden. ¿Quién dio forma a un dios? ¿O quién fundió una imagen que para nada sirve? ¡Miren! Todos los compañeros de esos artífices serán avergonzados, porque ellos mismos son hombres. Todos ellos se reunirán, y juntos se presentarán, se asustarán, y quedarán avergonzados.

 

El herrero toma las tenazas y trabaja con las ascuas; a golpe de martillo, y con la fuerza de su brazo, le va dando forma; pero luego tiene hambre, y le faltan fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.

 

El carpintero tiende la regla, hace trazos con lápiz rojo, pule la madera con la garlopa y hace dibujos con el compás y le da forma de hombre, de un hombre hermoso, para tenerlo en su casa. Tala cedros y toma madera de ciprés y de encino, que son árboles que crecen en el bosque; y planta pinos, que la lluvia hace crecer.  De estos árboles se hace un dios, y lo adora; ¡fabrica un ídolo, y se arrodilla ante él! Parte de la leña la quema en el fuego; con parte de esa leña prepara un asado y come carne, y queda satisfecho; luego se calienta y dice: «¡Ah, al ver el fuego entré en calor!» Con la madera sobrante se hace un dios, un ídolo propio, y se postra delante de él y lo adora, y entre ruegos le dice: «Ponme a salvo, porque tú eres mi dios.»

 

Esa gente no sabe ni entiende. Todos los que se dedican a hacer imágenes talladas no valen nada. Aun lo más valioso de ellos no sirve para nada. Y para confusión suya, ellos mismos son testigos de que esos ídolos no ven ni entienden.

 

¿Quién dio forma a un dios? ¿O quién fundió una imagen que para nada sirve? ¡Miren! Todos los compañeros de esos artífices serán avergonzados, porque ellos mismos son hombres. Todos ellos se reunirán, y juntos se presentarán, se asustarán, y quedarán avergonzados.

 

 Esa gente no sabe ni entiende. ¡Tienen cerrados los ojos, para no ver! ¡Cierran su corazón, para no entender! No se pone a pensar. No es capaz de razonar ni de entender, para decir: «Si parte de esta leña la quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y me la comí, ¿con el resto de esa leña voy a hacer algo abominable? ¿Voy a arrodillarme delante de un tronco de árbol?»

 

Esa gente se alimenta con cenizas; su engañado corazón la lleva a extraviarse, a no poner a salvo su vida, ni a decir: «¿Acaso no es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?”

 

 

 

Como se puede notar por el texto bíblico arriba, el profeta hace notar al pueblo la inutilidad de hacerse imágenes de adoración con una descripción muy simple de los trabajos de los artífices y sus necesidades básicas para la vida.

Un ídolo es una imagen, una representación de algo o un símbolo, material o imaginario, que es objeto de devoción fervorosa. En términos generales, la idolatría es la veneración, amor, culto o adoración de un ídolo. Normalmente está relacionada con un poder superior, real o supuesto, tanto si se le atribuye una existencia animada (humano, animal o, incluso, una organización) como si se trata de algo inanimado (una fuerza u objeto inanimado de la naturaleza). La idolatría suele ir acompañada de algún tipo de ceremonia o rito.

 

El mandamiento que prohíbe la idolatría enseña que no se debe servir a cosa creada alguna — a ningún ángel, a ninguna planta, a ninguna estrella, a ninguno de los 4 elementos (tierra, agua, fuego, aire) ni a ninguna cosa formada por ellos. Es adoración idolátrica incluso cuando el individuo conoce que Di-s es el Ser Supremo y reverencia a la creación “sólo” como una forma de glorificar tanto la grandeza de Di-s como Su capacidad para crear cosas y seres notables.

 

Los términos hebreos con los que se hacía referencia a los ídolos solían aludir tanto al material del que estaban hechos como a su inutilidad, o eran términos con una profunda carga despectiva. Entre estos hay palabras que se han traducido por expresiones como “imagen tallada o esculpida” (literalmente, “talla”); “estatua fundida, imagen o ídolo” (literalmente, “algo fundido; vaciado”); “ídolo horrible”; “ídolo vano” (literalmente, “vanidad”), e “ídolo estercolizo” una expresión que traduce el término hebreo guillulím, emparentado con una palabra que significa “estiércol”. (1Re 14:10; Sof 1:17.). La palabra “ídolo” en el NT es traducción de la voz griega éidōlon.

 

Hay un Salmo muy notorio, que nos disuade de caer hoy en la "idolatría; es el Salmo 115:4-8 que dice en la Biblia Textual 4ª:

 

"Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombre.  Tienen boca, y no hablan, Tienen ojos, y no ven,  Tienen orejas, y no oyen, Tienen narices, y no huelen,  Tienen manos, y no palpan, Tienen pies, y no andan, No emiten sonido con su garganta.  Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos. "

 

NO TODAS LAS IMÁGENES SON ÍDOLOS.

 

La Ley o Torá, los llamados 10 mandamientos, ya prohibían hacerse imágenes, así en Éxodo 20:4, 5 BTX4ª dice: “No te harás estatua, ni imagen semejante de lo que esté encima de los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni los servirás, porque Yo soy YHVH tu Elohím, El-Caná, que visita la iniquidad de padres sobre hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que lo aborrecen.”

 

Esto no quiere decir que quedaba terminantemente prohibido hacer una estatua o algún tipo de representación material solo como obra artística. Este hecho queda patente por el mandato posterior de YHVH de hacer 2 querubines de oro para la cubierta del Arca y bordar representaciones de querubines sobre las 10 telas de la cubierta interior del Tabernáculo y sobre la cortina que separaba el Santo del Santísimo. (Éx 25:18; 26:1, 31, 33.) De igual manera, el interior del Templo de Salomón, cuyos planos arquitectónicos recibió David por inspiración divina (1Cr 28:11, 12), estaba decorado con gran belleza con bajorrelieves de querubines, palmeras y flores. En el Santísimo de este templo había querubines de madera de árbol oleífero revestidos de oro. (1Re 6:23, 28, 29.) El mar fundido descansaba sobre 12 toros de cobre, y las paredes laterales de las carretillas de cobre para el uso del templo estaban decoradas con figuras de leones, toros y querubines. (1Re 7:25, 28, 29.) Había 12 leones de oro a lo largo de los escalones que conducían al trono de Salomón. (2Cr 9:17-19.)

 

Sin embargo, estas representaciones no eran ídolos; solo los sacerdotes que oficiaban podrían ver las que estaban en el interior del Tabernáculo y luego en el interior del Templo. Nadie, salvo el sumo sacerdote, entraba en el Santísimo, y tan solo lo hacía el Yom Kippurím o Día de las Expiaciones. (Heb 9:7.) Por lo tanto, no había ningún peligro de que los israelitas pudiesen incurrir en idolatrar a los querubines de oro del Santuario. Estas figuras eran principalmente una representación de los querubines celestiales. (Cf. con Heb 9:24, 25.) Y es evidente que no se las había de venerar, pues no se debía dar adoración ni a los mismos ángeles. (Col 2:18; Apo 19:10; 22:8, 9.)

 

Es cierto que algunas representaciones, meramente artísticas, pueden convertirse en objetos de veneración, culto o adoración idolátrica. Tal es el caso de la culebra de cobre que Mosheh hizo en el desierto llegó a ser adorada y por esta razón el fiel rey Ezequías la trituró. (Nú 21:9; 2Re 18:1, 4.) El efod que hizo el juez Gedeón llegó a ser un “lazo” para él y para su casa. (Jue 8:27.)

 

UN repaso por la historia del pueblo de Israel nos aclara que, a pesar de tener la Ley poderosa, sus corazones se inclinaron a la idolatría de los baales y aseras y a la práctica de culto pagana donde ante ídolos de madera y piedra se practicaban las orgías más inverosímiles (cf. Jer 3:6; 17:1-3; 19:2-5; 32:29, 35; Eze 6:3, 4), y hasta los levitas se hicieron culpables de practicar idolatría. (Eze 44:10, 12, 13.)

 

LA IDOLATRÍA EN EL SIGLO I

 

Los creyentes Nazarenos primitivos siguieron el consejo inspirado: “Huid de la idolatría” (1Co 10:14), y los que hacían imágenes veían al creyente como una amenaza para sus negocios lucrativos. (Hch 19:23-27.) Los historiadores informan que los creyentes nazarenos que vivían en el Imperio romano se colocaron a menudo en una posición similar a la de los 3 hebreos por no participar en actos idolátricos. El reconocer el carácter divino del emperador como cabeza del Estado ofreciendo tan solo un poco de incienso podría haber librado de la muerte a estos creyentes, pero pocos transigieron. Entendieron claramente que, si se habían vuelto de los ídolos para servir al Elohím verdadero (1Te 1:9), el regresar a la idolatría significaría ser excluidos de la Nueva Yerushaláyim y perder el premio de la vida eterna. (Apocalipsis 21:8; 22:14, 15.)

 

UNA IGLESIA NAZARENA DE AMOR ESTÁ LIMPIA DE IDOLATRÍA

 

Incluso hoy día los siervos y siervas de YHVH nos guardamos de los ídolos. (1Jn 5:21.) No tenemos tendencia a pensar que algún hermano o hermana es más que otro en el sentido de verlos como obedientes a ellos por tener “poder” o en ver a las organizaciones como objeto absoluto de obediencia o control mental sobre la fe personal. De otro modo eso sería idolatría. Algo que asemeja mucho a la actitud de los legos sobre su clero de obediencia absoluta al decir que “doctores tiene la Iglesia”. Esto no ocurre entre los creyentes verdaderos ya que ni revocamos para nosotros títulos eclesiásticos como pueden ser los de “moré” “morím” “padre” "madre" “pastor” "anciano" "líder" etc. Ya que uno solo es nuestro Padre, y uno solo es nuestro Pastor el Mesías y también es uno solo nuestro Maestro el Cristo. Todos nosotros nos llamamos hermanos y hermanos sin títulos eclesiásticos. Con esta forma de entendimiento evitamos el adorar a una “clase” especial o instrumental. Por otra parte no adoramos ni veneramos signos religiosos como pueden ser la CRUZ o el PEZ.

 

Tampoco nos ingerimos cosas asquerosas o repugnantes que la Ley o Torá condena. Esto también sería “idolatría”. Los nombres hebreos shéqets (cosa asquerosa) y shiqqúts (cosa repugnante) vienen de la raíz shaqáts, usada en el sentido de ‘tener asco’ (Le 11:11, 13) y, en la forma causativa, ‘hacer asqueroso’. (Le 11:43; 20:25.) Estos términos hebreos se refieren a aquello que es repugnante desde el punto de vista de la adoración pura de YHVH. En muchas versiones suelen traducirse por palabras como “abominar”, “abominable” o “abominación”, lo que ha llevado a que se forme la expresión “abominación de la desolación”. (Da 11:31; 12:11, BAS, BJ, LT, SA, TA.) Mateo y Marcos usan en sus evangelios la palabra griega bdélygma para traducir la voz hebrea shiqqúts (plural, shiqqutsím). (Da 9:27; Mt 24:15; Mc 13:14.) Este término griego se refiere básicamente a lo que causa repugnancia.

 

La Biblia profetiza además que se ejercerían grandes presiones sobre todos los habitantes de la Tierra para que adorasen a la simbólica “Bestia salvaje” y a su “imagen político-militar”. Nadie que persista en tal culto idolátrico recibirá el premio que Elohím da: la Vida Eterna.

 

Hoy en día se ha aumentado en el número de ídolos falsos que la gente tiene por admiración: hay ídolos del deporte, la música, la comida, el trabajo, el dinero, la adoración al cuerpo escultural, y un largo etc.

 

“Aquí está lo que significa aguante para los santos.” (Apocalipsis 13:15-17; 14:9-12).

 

 

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