El término Evangelio proviene del latín evangelĭum, y este a su vez del griego εὐαγγέλιον [euangelion], que significa «buena noticia», propiamente de las palabras εύ, «bien», y -αγγέλιον, «mensaje»). Nos estamos refiriendo a la narración de la vida y palabras de Yeshúa y sus apóstoles, es decir la buena nueva del cumplimiento de la promesa hecha por YHVH a Avraham, Yisjaq y Yaaqov de que redimiría a su descendencia del pecado por medio de la muerte vicaria de su Hijo unigénito Yeshúa, quien moriría en expiación por el pecado de toda la Humanidad y resucitaría al 3er. día para dar arrepentimiento y perdón de los pecados a todo aquel que crea en él. Los evangelistas consideran que estos eventos fueron predichos por los profetas en el Antiguo Testamento.

 

 

El evangelio de Marcos es probablemente el 1er. evangelio escrito; de ser así, éste es el primer uso del término euangelion (ver Mr. 1:14,15; 8:35; 10:29; 1310; 14:9) por un escritor de los Evangelios (el uso de Pablo en Gá. 2:2 y en 1 Ts. 2:9 sería cronológicamente 1º). Es interesante notar que Juan nunca usa el SUSTANTIVO, tampoco los libros de Hebreos ni Jacobo. Literalmente significa “las buenas noticias” o “el buen mensaje”. Esto obviamente refleja a Is. 61:1 y posiblemente 40:9 y 52:7 (ver la LXX). Su forma gramatical puede ser entendida como:

 

 

1.      El mensaje dado por Yeshúa

 

2.      El mensaje acerca de Yeshúa.

 

 

El Dictionary of Jesus and the Gospels, publicado por IVP, dice: “El genitivo (‘de’) es probablemente tanto subjetivo como objetivo: Yeshúa proclama el evangelio y el evangelio proclama Su historia” (pág. 285).

 

El Jerome Biblical Commentary dice: “El uso de Marcos de la palabra ‘evangelio’ es afín al uso que le da Pablo, donde puede significar tanto el hecho de proclamar, o el contenido de lo que es proclamado”.

 

El término “evangelio” involucra varios aspectos:

 

1. Las malas noticias iniciales del pecado y la rebelión de la humanidad.

 

2.   La provisión del favor divino de YHVH para tratar con el pecado de la humanidad (es decir, la muerte vicaria del Mesías Yeshúa).

 

3.   La abierta invitación para todos y cualquiera de aceptar la provisión de YHVH por medio de la fe y el arrepentimiento (tsuvah).

Las buenas nuevas o Evangelio acerca de Yeshúa incluyen 3 aspectos:

 

1. Una persona a Quién recibir (es decir, Yeshúa).

 

2. Verdades a creer acerca de esa persona (o sea, el N.T.)

 

3. Una vida que imita a esa Persona (la vida en/para Mesías)

 

¡Si alguno de estos 3 aspectos es menospreciado, el evangelio resulta dañado!

 

En un sentido más general, el término evangelio puede referirse también a los “Evangelios”, que son escritos de los primeros discípulos que recogen las primigenias predicaciones de los discípulos de Yeshúa de Natzar. Suelen llamarse los Evangelios canónicos reconocidos como parte de las diferentes confesiones cristianas. Son conocidos con el nombre de sus autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La mayoría de los expertos consideran que estos 4 evangelios fueron escritos entre los años 65 y 100 d. C., aunque otros expertos proponen fechas más tempranas.

 

Existen otros escritos, conocidos como evangelios apócrifos, no reconocidos como canónicos por las iglesias cristianas actuales, de manera que estos evangelios apócrifos no son aceptados como fidedignos, ni como textos inspirados por la divinidad. Pero sí fueron considerados «escritura» por algunas de las facciones en que se dividió el cristianismo durante los primeros siglos de su historia, especialmente por la corriente gnóstica, que fue la que aportó la mayor parte de estos textos, y por comunidades cristianas que conservaron una ligazón más estrecha con la tradición judía de la que surgió el cristianismo. Este último es el caso del evangelio de los hebreos y el evangelio secreto de Marcos, que diversos autores (como Morton Smith) datan como contemporáneos de los evangelios canónicos y aun como fuente de algunos de estos. Debido a este tipo de debates, hay autores que prefieren hablar de «evangelios extracanónicos», en vez de «apócrifos», para evitar un término que implica a priori la falsedad de los textos. El evangelio de Tomás es incluso datado por algunos expertos en el año 50 d. C., hipótesis que lo convertiría en el más antiguo conocido.

 

Los evangelios canónicos, Marcos, Mateo y Lucas, presentan entre sí importantes similitudes. Por la semejanza que guardan entre sí se denominan sinópticos desde que, en 1776, el estudioso J. J. Griesbach los publicó por 1º vez en una tabla de 3 columnas, en las que podían abarcarse globalmente de una sola mirada (synopsis, «vista conjunta»), para mejor destacar sus coincidencias.

 

Uno de los ejemplos más famosos sobre la armonización entre los 4 evangelios fue el «Diatéssaron» (ver libro en sección Biblias y otros Libros), nombre griego que se podría traducir como «formado por 4». Se trata de una obra griega escrita entre los años 165 y 170 por el autor sirio Taciano, que consiste en un solo evangelio compuesto con elementos tomados de los 4 evangelios canónicos, y posiblemente también de alguna fuente apócrifa. Taciano eliminó las repeticiones y armonizó los textos para ocultar las posibles discrepancias que se encuentran en los evangelios.

 

Esa obra tuvo mucha popularidad en la Iglesia siria o de lengua aramea, hasta llegar a convertirse en el evangelio de las Iglesias de Siria. Efrén de Siria (306-373) escribió un comentario al Diatéssaron que se conserva en la actualidad. Pero por las armonizaciones y omisiones, la obra de Taciano no refleja fielmente el texto de los evangelios. Por otra parte, al mostrar un evangelio «único», no permite ver el mensaje propio que ofrece cada uno de los evangelistas. Por esa razón, se ordenó en el siglo V que se volvieran a leer los evangelios por separado.

 

 

Los fragmentos de Evangelio más antiguos del mundo

 

Algunos de los papiros más antiguos con textos del Nuevo Testamento habían sido encontrados en vertederos de papel en el desierto, o comprados a comerciantes de antigüedades, pero nunca hasta ahora se había dado con uno de ellos en una momia egipcia, entre los cientos de documentos utilizados como papel maché para crear su máscara.

 

Un grupo de expertos de la Universidad evangelista de Acadia (Canadá) lo encontró hace años y ha logrado identificar el texto como un fragmento del evangelio de Marcos datado entre el año 80 y el 90 después de Cristo. De confirmarse, sería el primer manuscrito del Nuevo Testamento que se conoce.

 

Los científicos creen que el papiro en el que se escribió esta copia del evangelio de Marcos habría sido reciclado después por otras personas para elaborar la máscara funeraria, una práctica común entre las clases humildes egipcias que tenían que conformarse con papiro o lino, pegamento y pintura, según señaló el doctor en Estudios Bíblicos Craig Evans el pasado 18 de enero a Live Science.

 

«Si lo que dicen es cierto, el hallazgo sería de gran importancia, pues el papiro más antiguo que tenemos de Marcos es relativamente tardío: el P45, que contiene los 4 evangelios, aunque en otro orden (Mateo, Juan, Lucas y Marcos. Data de mediados del siglo III», señala Santiago Guijarro, catedrático de Nuevo Testamento de la Universidad Pontificia de Salamanca y director de la Asociación Bíblica Española.

 

Aunque Craig Evans «es un profesor de reconocido prestigio», «totalmente confiable» y que «ha publicado mucho y con gran rigor», los expertos han acogido estas noticias «con cierto escepticismo» al no tener los datos de la investigación, afirma Guijarro. Evans y los demás expertos de este proyecto han firmado un protocolo para no revelar datos antes de publicar sus descubrimientos en una revista especializada a finales de año. Entonces se sabrá cuáles son las líneas del evangelio escondidas en la máscara.

 

Para el prestigioso biblista español, «este descubrimiento sería muy importante si nos proporcionara un texto (en realidad sería un pequeño fragmento) mucho más antiguo de Marcos». La transmisión de este evangelio «es muy particular» ya que «una vez que Mateo y Lucas lo incorporaron en sus respectivos evangelios, casi dejó de copiarse», explica Guijarro.

 

«Por eso no nos han llegado papiros con el texto de Marcos, mientras de los otros evangelios tenemos bastantes», añade el autor del libro «Los cuatro evangelios» (Salamanca, 2012). Existen unos 5.000 manuscritos, bastantes de ellos de la época preconstantiniana (después de Constantino los textos se copiaron en grandes códices y se difundieron mucho), explica Guijarro.

 

«Uno se hace una idea de lo que esto significa cuando cae en la cuenta de que las obras los autores clásicos, por ejemplo de Homero, nos han llegado en manuscritos copiados ocho o diez siglos después de que fueran compuestas», subraya el catedrático de la Universidad Pontificia. En el caso del Nuevo Testamento y en especial de los evangelios, «no es así» porque «tenemos papiros copiados veinte o treinta años después de que fueran compuestos, y tenemos muchos». El Nuevo Testamento «es, con mucho, el texto mejor atestiguado de toda la literatura antigua», asegura.

 

Hoy en día sabemos que el papiro de la momia no es tán antiguo como se creía en un principio, es el P52, que contiene el pasaje, Jn. 18:34-36 por ahora el Mss. Fragmentario más antiguo. Foto cortesía de la Biblioteca John Rylands.

 

Papiros antiguos importantes

 

Hasta la fecha, el documento más antiguo conservado de San Marcos es el Papiro 45, de mediados del siglo III, que fue adquirido en Egipto por el coleccionista Alfred Chester Beatty (1875-1968) y que se conserva en la biblioteca de su mismo nombre en Dublín (Irlanda). «Es muy importante» porque «es el primer códice que contiene los cuatro evangelios», destaca Santiago Guijarro.

 

Papiro Chester Beatty
Del Evangelio de San Juan hay fragmentos anteriores, como en el Papiro 52 antes mencionado que contiene líneas de Juan 18:31-33 y en su parte posterior de los versículos 37-38 escritos en griego. Fue adquirido por Bernard Grenfell en 1920 en el mercado egipcio junto a otros documentos procedentes de un vertedero, aunque su estudio y catalogación la realizó Colin H. Roberts en 1934.

El Papiro 66, de comienzos del siglo III, contiene casi completo el Evangelio de Juan. Hallado en Egipto en 1952, forma parte de la colección de los papiros Bodmer que se conservan en la Biblioteca Bodmeriana, en Cologny.

 

Medio siglo antes, el reverendo Charles Bousfield Huleatt adquirió en 1901 en Luxor (Egipto) y donó al Magdalen Collegede Oxford el Papiro 64, también llamado «Papiro Magdalena». Se cree que estos fragmentos y los del P67 o «Papiro Barcelona», de la colección de Ramón Roca-Puig que conserva la Abadía de Montserrat, pertenecieron a un mismo códice del Evangelio de San Mateo.

 

Otro de los papiros más antiguos e importantes que destaca Santiago Guijarro es el P4 o Papiro de París, con fragmentos del Evangelio de Lucas y datado en el siglo III. El documento, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia, fue encontrado a orillas del Nilo en 1889 por Vincent Scheil, que publicó su texto en 1892.

 

Estos y otros más «no son reproducciones del texto del Nuevo Testamento sino sólo fragmentos pequeños de texto», remarca Jesús Peláez del Rosal, catedrático de Filología Griega de la Universidad de Córdoba. El texto mejor transmitido y completo del Nuevo Testamento, señala Peláez, «se encuentra en los códices Vaticano y Sinaítico».

 

El polémico papiro 7Q5 de Qumrán

 

 

 

El jesuita español José O’Callaghan provocó en 1972 un terremoto en los estudios del Nuevo Testamento al identificar un papiro hallado en las cuevas de Qumrán con un pasaje del evangelio de Marcos. «El papiro es el denominado 7Q5 y se encuentra en Israel junto con los manuscritos hallados en las cuevas del Mar Muerto. Tiene el tamaño de un sello de correos y sobre su datación no existen dudas: es del año 50 d.C», explicaba a ABC en 1996 el entonces profesor emérito del Instituto Bíblico.

 

 

Según la hipótesis de O’Callaghan, los Evangelios habrían sido transcritos a los 15 o 20 años de la muerte de Yeshúa, de forma que no habría pasado apenas tiempo para que se produjeran cambios significativos en la tradición oral.

 

 

Carsten P. Thiede, director del Instituto de Investigación Epistemológica Fundamental de Paderborn, reavivó el debate en 1996 al datar el papiro del Magdalen College alrededor del año 60.

 

 

Hoy «la tesis de O’Callaghan ha sido descartada en el mundo académico, lo mismo que la de Thiede (el papiro es muy importante, pero no tan antiguo)», afirma Santiago Guijarro, que recuerda «cómo se enfurecía el gran paleógrafo de L’École Biblique de Jerusalén, Èmile Puech, cuando salió el libro de Thiede» en el que también se aludía al 7Q5. Este papiro «es un fragmento muy pequeño que podría corresponder a varios textos del Antiguo Testamento», subraya el profesor de la Universidad Pontificia antes de concluir que «hace mucho que nadie habla de esto una vez que se demostró el escaso fundamento de la hipótesis».

 

La hipótesis, recuerda Jesús Peláez, «tuvo desde el principio detractores y defensores, pero después de más de 1/4 de siglo de debate, ya ha quedado probado que estos papiros no son del Nuevo Testamento» y «también ha caído la teoría de Thiede».

 

Exponemos aquí un listado de otros evangelios con sus respectivos enlaces extraídos de la Wikipedia:

 

Otros textos fragmentarios apócrifos

 

    Evangelio de los Hebreos

 

    Evangelio griego de los egipcios

 

    Evangelio de Marción

 

    Evangelio secreto de Marcos

 

    Evangelio de Judas

 

    Evangelio de Miryam de Magdala

 

    Evangelio de la mujer de Yeshúa

 

    Fragmentos de Oxyrhynchus

 

 

 

Apócrifos de la Natividad

 

    Protoevangelio de Jacobo

 

    Evangelio del Pseudo Mateo

 

    Libro sobre la Natividad de Miryam

 

    Liber de infantia Salvatoris

 

 

 

Apócrifos de la infancia

 

    Evangelio del Pseudo Tomás

 

    Evangelio árabe de la infancia

 

    Historia de Yosef el carpintero

 

    Evangelio armenio de la infancia

 

    Libro sobre la infancia del Salvador

 

 

 

Apócrifos de la Pasión y Resurrección

 

    Evangelio de Pedro

 

    Actas de Pilato

 

    Evangelio de Bartolomé

 

 

 

Apócrifos gnósticos de Nag Hammadi

 

    Evangelio de Tomás

 

    Evangelio de Felipe

 

    Evangelio de Miryam Magdalena

 

 

 

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