La actitud hacia el sexo

 

A lo sumo es intrigante. La Torá no prohibe tener sexo con una mujer, como lo hace con muchos otros tipos de relaciones sexuales, y el fruto de tal unión no se considera mamzer (ilegítimo). No obstante, el sexo conyugal se considera ideal y tradicionalmente NO SE APRUEBA EL SEXO PRE-MATRIMONIAL

 

Sexo dentro versus fuera del matrimonio

 

La actitud negativa hacia el sexo prematrimonial, en gran medida, refleja la actitud sumamente positiva hacia el sexo dentro del matrimonio. El matrimonio se conoce como kiddushin, mismo que proviene de la palabra hebrea para “santo”. En el judaísmo, las cosas sagradas son cosas que se apartan y se vuelven especiales y únicas.

 

Cuando el sexo se reserva solo para la UNIÓN CONYUGAL, también se considera sagrado. La mayoría de las autoridades judías desaprueban el sexo prematrimonial porque no tiene lugar dentro del contexto de kiddushin.

 

¿Qué pasa con las relaciones monógamas a largo plazo?

 

¿Qué pasa con una relación sexual a largo plazo en la que dos personas, aunque no están casadas, se han designado como su pareja exclusiva? Esta pregunta ha sido planteada por algunos pensadores judíos liberales; sin embargo, tanto el movimiento conservador como el movimiento reformista (oficialmente) rechazan la posibilidad de atribuir kedushah (santidad) a dicha relación.

 

Como se mencionó, la Torá no prohíbe directamente el sexo. En la España medieval, Nahmanides permitió el sexo con una mujer soltera no comprometida con otro hombre si esta tenia compromiso con el hombre actual. No obstante, para los judíos tradicionales, las relaciones sexuales prematrimoniales no están exentas de complicaciones halájicas (legales). Se habría de cumplir el matrimonio.

 

La Torá prohíbe el sexo entre un hombre y una mujer que está menstruando (lo que se conoce como niddah). Esta prohibición está vigente hasta que el período de la mujer termina y ella se sumerge en una mikveh o baño ritual. Esta restricción se aplica tanto a las parejas casadas como a las no casadas, aunque se considera inapropiado que una mujer no casada (excepto una futura novia) se sumerja en una mikveh. Por lo tanto, las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer solteros pueden violar un decreto de la Torá.

 

Curiosamente, la Torá sanciona un tipo de relación sexual no matrimonial: el CONCUBINATO. Una concubina o pilgesh es una mujer que, aunque está en una relación exclusiva con un hombre, no recibe los beneficios legales del matrimonio. En tiempos bíblicos, los hombres solían tener concubinas además de una esposa o esposas. En los últimos siglos, las autoridades judías, en su mayoría, han descartado la validez del concubinato. Una excepción interesante es la autoridad legal del siglo XVIII, Jacob Emden, quien sugirió volver a instituir la práctica.

 

 

El sexo NO es pecado

 

El judaísmo considera la sexualidad como un acto no pecaminoso. Establece que el deseo sexual no debe ser nunca reprimido. La literatura hebrea antigua reconoce la sexualidad como un hecho fundamental de la vida humana.

 

Si seguimos el Génesis 1:28, Dios bendijo a la primera pareja y le ordenó crecer y multiplicarse. La tradición judía considera esto como una obligación positivo. El hombre está obligado a procrear para asegurar la descendencia.

 

Los rabinos del Talmud aceptan esta obligación y dicen que el sexo debe disfrutarse. Se reconoce la necesidad del matrimonio y se establece que los seres humanos deben satisfacer las necesidades sexuales de su pareja con una actitud de mutuo respeto y consideración.

 

LA MUJER ISRAELITA

 

Podemos ver como la mujer en el Tanaj (Escrituras Hebreas) participaba activamente en todas las expresiones de la vida social, civil, económica y religiosa.

 

En los tiempos de Yehoshúa (Josué), las mujeres se encontraban presentes durante la lectura de la Torá, que se celebraba en el Monte Evál, conocido como el monte de la maldición. “No hubo una sola palabra de todo lo que Mosheh había mandado, que no leyera Josué ante toda la comunidad de Israel, incluyendo a las mujeres y niños, y aun a los extranjeros que vivían entre ellos”.

 

Al leer la Torá, durante la festividad de Sukot, en la fiesta de las cabañas, se solicitaba la presencia de las mismas, se decía: “Todo el pueblo deberá reunirse, tanto los hombres como las mujeres, y los niños y los extranjeros que vivan en sus ciudades para que escuchen la lectura de la Torá, y aprendan a respetar a YHVH, el Elohím suyo y poner en práctica todo lo que se dice en ella”.

 

El judaísmo valora la importancia de la mujer, su delicadeza y nobleza, mediante ciertas obligaciones. Y más allá de las razones elevadas y profundas que éstas puedan tener, podemos ver cómo ellas se ocupan del cuidado y la protección de la mujer en la vida familiar y comunal.

 

Para el judaísmo el recato protege la intimidad y privacidad de la mujer, ensalza su figura y ayuda a desarrollar su ser interior. Es también importante en la mujer judía la vestimenta y la conducta refinada, agradable y digna que protegen a la mujer y le garantizan la preservación de su pureza.

 

En la época talmúdica la mujer respetable comenzó a permanecer confinada en su casa. Una mujer que salía era considerada una prostituta. Esto refleja fielmente la realidad social y la escala de valores de ese momento histórico. Un comentario hermenéutico, midrásh dice que el hombre es del mundo, del mercado, y la mujer de la casa, mientras que otro manifiesta que una mujer que cuida su hogar merece casarse con un gran sacerdote.

 

El derecho de la mujer a visitar a sus parientes, a asistir a un duelo o a un casamiento era firmemente respetado.

 

El Talmud determina que las mujeres no debían aparecer en público pero en caso de hacerlo, el hombre no debía entablar conversación con ella aun si fuera su esposa. El anfitrión de los visitantes masculinos de la casa era el hombre. Ellas comían solas y procedían a realizar las bendiciones correspondientes.

 

Todas estas costumbres judías seguían el modelo de la antigua sociedad helénica, en donde las mujeres vivían en casas aparte, llamadas casa de mujeres. Estas viviendas estaban situadas al fondo de la residencia central o en la parte superior de la misma. Normalmente, esta parte permanecía cerrada bajo llave.

 

Los límites en el sexo

 

Sin embargo, el judaísmo busca establecer límites en el sexo, pero evita la excesiva disciplina o ascetismo. Considera la moderación sexual y el autocontrol como esencial para llegar a la santidad. El hombre debe lograr dominar sus impulsos, es cuando entonces el sexo es bello y positivo. Rechaza el concepto de la sexualidad como un acto pecaminoso o vergonzoso.

 

Las llamadas conductas sexuales inmorales como la sodomía, el incesto o el adulterio son consideradas como ofensivas a Elohím y la sociedad. Si los impulsos sexuales son incontrolados e inmoderados afirma que destruyen a los individuos y a la sociedad.

 

El matrimonio judío se remonta a la época bíblica. Si seguimos el Génesis 2:18, después de crear al hombre, Elohím decidió que no era bueno que estuviese solo y creó a la mujer para que le acompañara. Se reconocen los derechos conyugales de la mujer pero están totalmente subordinadas las relaciones sexuales a la necesidad de procrear.

 

Los judíos compartían los mismos conceptos que los pueblos vecinos en cuanto a la poligamia y la posición social de las concubinas consintiendo estas prácticas y Elohím mismo las bendecía con aumentar el número de hijos e hijas en Su Pueblo.

 

 

EL INCESTO Y ADULTERIO

 

Sin embargo, se condenaban las perversiones sexuales, el adulterio y el incesto. Se imponen multas y castigos por violación y seducción según queda reflejado en la Biblia y se condenan las orgías sexuales que acompañaban los rituales de fertilidad de otros pueblos.

 

Con respecto al incesto cabe señalar el pasaje donde las dos hijas de Lot (sobrino de Avraham) tienen relación incestuosa con su padre. 

 

Lot salió de Zóar y empezó a morar en una cueva de una región montañosa. Como los que iban a ser yernos de Lot habían ya muerto en Sedom (Sodoma), sus dos hijas no tenían cónyuge, de modo que hicieron que su padre tuviera relaciones sexuales con ellas inconscientemente mientras estaba EBRIO. Lo hicieron con el fin de conservar prole para su padre. Como resultado, cada una tuvo un hijo, de los que descendieron los moavitas y los ammonitas. (Gén 19:30-38, nota; Dt 2:9, 19.)

 

El hecho de que las hijas de Lot se esforzaron por embriagar a su padre sugiere que ellas se daban cuenta de que él jamás habría accedido a tener relaciones sexuales con ellas en una condición sobria. Pero en las circunstancias en que se hallaban, les pareció que era la única manera de evitar la extinción de la familia de Lot. Eran forasteras en la tierra y no había nadie de su parentela con quien podrían entrar en matrimonio y así conservar el linaje. También hemos de recordar que las hijas de Lot habían morado entre los habitantes de Sodoma moralmente muy depravados. En vista de estos factores, no habría sido difícil el que ellas justificaran su proceder en su propia mente. ¿Por qué, entonces, aparece el relato en las Escrituras?

 

La narración no se presenta en la Torah para estimular pensamientos lascivos. Está allí con un propósito, pues revela la relación de los moavitas y los amonitas con los descendientes de Avrahán que llegaron a conocerse como israelitas. Puesto que Lot era sobrino de Avrahán, los israelitas estaban relacionados con los moabitas y amonitas, que descendieron de los 2 hijos que Lot produjo por medio de sus 2 hijas. (Gén. 11:27) Más tarde esta relación carnal llegó a gobernar las acciones de Israel al tratar con los moavitas y amonitas. Por ejemplo, al tomar posesión de la tierra al este del río Yardén, los israelitas, bajo órdenes de YHVH, tuvieron cuidado para no traspasar las fronteras del territorio de los amonitas y moavitas.—Deu. 2:9, 18, 19, 37.

 

Es verdad que en el capítulo 19 de Génesis los hechos históricos se transmiten sin ningún comentario tocante a la aprobación o desaprobación de YHVH de que Lot haya cometido incesto dos veces en una condición de borrachera.

 

Pero en la Torah a Israel, YHVH aclaró más tarde su prohibición del incesto, diciendo: “No deben acercarse ustedes, ningún hombre de ustedes, a nadie que sea su parienta carnal próxima para poner al descubierto desnudez. . . . La desnudez de tu padre y la desnudez de tu madre no debes poner al descubierto.” (Lev. 18:6, 7) El castigo por violar la ley sobre el incesto era la muerte. (Lev. 18:29)

 

Aunque Lot y sus hijas no estaban bajo la Ley, sin embargo, ellas tenían conciencia de que era incorrecto tener relaciones con su propio padre, como se muestra por el hecho de que primero lo emborracharon.

 

La legislación bíblica establece otras prohibiciones tales como el que un hombre use vestidos de mujer o viceversa o que tenga relaciones cuando la mujer está en su periodo menstrual.

 

Las autoridades rabínicas establecieron en la época talmúdica una serie de medidas restrictivas para evitar la promiscuidad. No se consideran adecuados los juegos entre jóvenes de ambos sexos. El hombre no podía abrazar o besar a una mujer, a menos de que hubiera un compromiso de unión entre ambos.

 

El matrimonio se consideraba el estado ideal para todo ser humano.

 

La edad de tener relaciones sexuales e hijos

 

Una jovencita en Israel en los días del II Templo ya solía estar casada en su 12º o 13º año, y algunas veces tan pronto como en su 10º año”.

 

Uno de los factores motivadores que había detrás de esta temprana edad, era que la expectativa de vida promedio para la mayoría de las personas era entre 30 y 40 años. Además, la edad más temprana con la que una mujer puede concebir y tener un hijo es generalmente entre los 12 y los 14 años.

 

Por tanto, tener relaciones sexuales con jóvenes a esta edad era lo ideal a fin de tener bastantes hijos y dejar un linaje familiar firme y arraigado. 

 

(Para ver más sobre el matrimonio estudie el artículo Boda judía).

 

 

El sexo en el Zóhar

 

Uno de los pilares de la cabbalá judía, dice que todo hombre deberá encontrar una mujer con quien compartir su vida pues a través de esa unión se refuerza su fe y es allí donde la Divina Presencia, no se separará de él jamás. A través de la unión con la mujer, Elohím penetra en el hombre.El hombre tiene la obligación de alegrar a su mujer por ser ella el hilo conductor con El Creador.

 

Del Zóhar se desprende, que para poder entrar en comunión con Elohím, el cabalista deberá unirse primero a la mujer. Se sostiene que la soltería no conduce al estado de estar completo.

 

La Shejiná (presencia de luz de YHVH) y la mujer son figuras que completan la esencia masculina, a pesar de ser considerada la mujer por la mayoría de los cabalistas con un rol eminentemente pasivo.

 

El Zohar y la mística judía destaca en la unión sexual la energía sexual:

 

¿Qué es la energía sexual?

 

Somos energía , como todo lo demás en el Universo, el ser humano es energía. En el nivel mas bajo, las ondas más pequeñas de energía forman materia, el cuerpo físico y procesos de actividad; mental, emocional y espiritual.

 

La energía sexual es la realidad detrás de todos nuestros momentos sexuales físicos. Cuando estamos sexualmente activos (lo que puede ser en cualquier grado de intensidad, desde una excitación ligera con un pensamiento sexual hasta pleno acto sexual). 

 

Esta energía no es simplemente un flujo de electricidad que transita por el cuerpo, sino que interactúa y tiene gran importancia con todos los aspectos de nuestra vida: el físico, emocional, mental y el espiritual.

 

Se trata de una energía muy poderosa, la más poderosa de todas según la Kabbalah!!!, que nos cuenta que nuestra existencia y el motivo de toda la creación es "EL SEXO".


Pocos de nuestros aspectos son tan poderosos como la energía sexual, es nuestro fuego eterno que nos da vida, mantiene la vida a través de nosotros y es el motor de la raza humana. Nos mueve, nos impulsa, nos inspira, nos empuja y provoca el deseo de crear.

 

En última instancia la energía sexual es la responsable de nuestra búsqueda de todo aquello que suele ser nuestra máxima prioridad en la vida.

 

Es la semilla de la vida, poco refinada y difícil de gobernar. Todos sabemos lo difícil que puede ser resistir o causar deseo sexual, muchas veces es esta fuerza antigua la que nos domina; y solamente es posible acceder a ella en un estado sexual, lo que determina que cualquier intento de hacerlo asexualmente no tendrá resultados.

 

La energía sexual es la fuerza creativa, venimos de ella, es la madre de todas bioenergías humanas, aquella que puede alimentar todo nuestro ser si la cuidamos y utilizamos correctamente. Cada vez que la energía se expande por nuestro ser durante una experiencia sexual, puede crear un gran alimento en todos los niveles, desde lo espiritual hasta lo físico y no solo a nivel de placer, sino en todos los niveles que nuestra existencia requieren para llamarse vida.

 

Y alabados sean los merecedores que cuidan su Yesod (fundamento, sexo, sustento, “puerta del cielo”), cumpliendo a cabalidad los preceptos como están estipulados a realizarse, como un hombre que no puede separarse del verdadero placer maravilloso del llamado del alma y no así del cuerpo y como tal huye del deseo egoísta cómo huiría de un incendio” Zohar.

 

Estas son las palabras sagradas que purifican y encienden el fuego del compromiso en el corazón de aquellos que quieren seguir los lineamientos del Creador… no por «obedientes», sino porque conocen la sabiduría que en esas palabras radica. 

 

Todos los códigos religiosos judío-rabínicos prohíben cualquier manifestación de afecto a una mujer que no sea la propia.

 

Por ello, el hombre no debe tocar a una mujer extraña ni sostener su mano. Los judíos observantes evitan por ello cualquier contacto físico aún con sus propios familiares.

 

LA HOMOSEXUALIDAD Y EL JUDAISMO

 

La homosexualidad es un tema de debate dentro del judaísmo. Las primeras referencias se remontan al libro bíblico Levítico que describe las relaciones sexuales entre varones como una abominación y podría conllevar la pena capital como castigo.

 

La principal visión del judaísmo es considerar la homosexualidad como algo pecaminoso, al verlo categóricamente prohibido en la Torá. Esta es la visión por ejemplo del judaísmo ortodoxo aunque no del judaísmo reformista ni del judaísmo reconstruccionista.

 

Como vemos, dentro del mundo judío existen diversas corrientes teológicas. El Judaísmo reformista, desde 1977, viene abogando en Israel por la aceptación de la homosexualidad y los derechos de las minorías sexuales, 

 

El judaísmo no prohíbe la homosexualidad, sino los actos homosexuales. El judaísmo no condena solamente la relación sexual entre miembros del mismo género; la prohíbe en cualquier manifestación que no sea dentro de la pareja heterosexual casada.

 

O sea, la postura del judaísmo ante la expresión sexual no es discriminatoria, sino exclusiva.

 

Hay que distinguir entre individuos homosexuales y actos homosexuales. El judaísmo acepta al individuo con tendencias homosexuales como miembro pleno del pueblo judío. Esto no quiere decir que pueda hacer lo que se le antoje.

 

La Torá prohíbe expresamente dar expresión física a los deseos homosexuales, ya sea tanto de índole masculina como femenina. Lo considera una abominación como se comprueba en el Levítico 18:22. El hecho que uno nazca con determinada tendencia no lo transforma en una alternativa de vida válida.

 

 

La Torá es la que define para el mundo judío cuales son las tendencias válidas y cuáles no. El hombre fue creado con el poder procreativo con el objetivo de usarlo para poblar la tierra. Es su deber primario. Desviar ese potencial y usarlo sólo para solamente el placer personal, atenta contra la naturaleza humana innata de dejar descendencia.

 

La prohibición de la Torá de dar expresión a la homosexualidad se puede ver también no como una condena y discriminación, sino como una mano fuerte de apoyo y de estímulo para la persona que tiene tendencias homosexuales, diciéndole que si realmente quiere, puede lograr superarla y canalizar su sexualidad de una manera productiva, equilibrada y sana.

 

Lo que distingue al hombre del animal es que el animal está dominado por su instinto mientras que el hombre lo domina, canaliza y sublima.

 

El Talmud valora que el marido ha de atender especialmente las necesidades sexuales de su mujer: antes de iniciar un viaje, en las vísperas de la menstruación, la noche de la inmersión en el baño ritual o mikveh. La importancia del deseo femenino es reconocida incluso durante el embarazo, cuando no existe, obviamente, posibilidad de una nueva

concepción.

 

Para el judaísmo es inadmisible destruir la semilla mediante la eyaculación en el exterior de la vagina, en consecuencia rechaza la masturbación. En el Míshneh Torah de Maimónides, glosa universal del Derecho Hebreo, se apuesta por la pura procreación.

 

Los teóricos del judaísmo dudan sobre la licitud de las prácticas que incrementan el placer como realizar el coito mediante la penetración por detrás, colocar a la mujer en la parte superior y prefieren la comúnmente llamada postura del misionero. Como veremos las tres grandes religiones monoteístas señalan la posición sexual del misionero como la más natural.

 

En el movimiento mesiánico nazareno la pareja tiene que elegir y no hay reglas dogmáticas con respecto a disfrutar del placer entre la pareja. Esto es algo que ellos deben decidir como cónyuges y nadie debe objetar al respecto.

 

EL ADULTERIO EN EL DERECHO HEBREO

 

El adulterio tiene un apartado específico en el Derecho Hebreo. Se consagra la fidelidad exclusiva de la mujer hacia su marido. Esta unión es más restringida que la contemplada en el Derecho Canónico, pues incluye las relaciones sexuales ilícitas y voluntarias con una mujer casada o comprometida. El adulterio se sanciona con severidad y reporta gravísimas consecuencias para los hijos bastardos, que encontrarán muchos problemas cuando pretendan casarse.

 

El adulterio era una práctica relativamente extendida entre los judíos hispánicos, consecuencia de una cierta relajación moral, especialmente entre las clases pudientes, y de la convivencia de familias extensas bajo el mismo techo.

 

Originalmente, el marido tenía derecho a castigar a la mujer adúltera y a su amante. Cuando se consideraba una ofensa a Dios se requería la intervención del rabino y de los tribunales de Justicia. Era posible redimirlo mediante el pago de una multa, aunque no es frecuente, y podría recaer pena de muerte si se realiza tras recibir una amonestación pública.

Si seguimos la Biblia en el mundo judío se castigaba con la lapidación, mientras que el Talmud lo hacia con el ahorcamiento. La ordalía de las aguas amargas se aplica a las sospechosas de adulterio, si fue advertida previamente por el marido. Mientras que si sólo existen murmuraciones puede obligarla a someterse, dispensarle o repudiarla.

 

Se conocen algunos procesos históricos hebreos sobre el adulterio en la España medieval, como el protagonizado en la sinagoga de Zaragoza, el 13 de octubre de 1368 por Lumbre, viuda de Salamon Anagni, perpuntero del rey, ante un tribunal integrado por don Mayl Alazar, don Salamon Almali y el rabino Jaco Figel y en la sentencia dice “el qual crimen la dita Ley ha por muy fuert peccado et orrible entrellos et esto solo pertenescia a jugar a los judges esleydos por la dita aljama”.

 

La imputada es tenida por convicta y confesa, ya que era probado y manifiesto dicho crimen, según la Ley, y con arreglo a ésta debía ser ejecutada. Sin embargo, existe un margen de discrecionalidad que permite conmutar dicha pena por azotes, exilio y trasquileo en cruz, es decir, dolor, destierro e ignominia.

 

La gravedad es máxima en el adulterio, según la legislación cristiana, si se incurre en el tabú de las relaciones sexuales interconfesionales. En el Fuero de Tudela se limita a una multa leve, siempre y cuando se realice con miembros de las minorías confesionales. Si un judío mantuviere relaciones con una mujer que no fuera su legítima esposa, pagará cinco sueldos, idéntica cantidad a la que pesa sobre el juego furtivo de los dados; por cada hijo extramatrimonial abonará 30 sueldos.

 

Por el contrario, el adulterio con una cristiana irremisiblemente se castiga con la hoguera. El Fuero de Teruel en su rúbrica “De la mujer que sea sorprendida con un infiel” establece esta sanción por el mero hecho de yacer carnalmente: “Si una mujer es sorprendida con un moro o con un judío y pueden ser capturados, ambos conjuntamente serán quemados”.

 

 

 

LA PROSTITUCIÓN

 

Los judíos insatisfechos con su vida marital o sin excesivos escrúpulos requieren los servicios de meretrices cristianas o musulmanas y disponen de numerosas oportunidades para consumar sus apetitos. Las fuentes historiográficas ratifican la presencia de prostitutas judías en la mayoría de las aljamas importantes, tanto de la Corona de Aragón como de Castilla. Por ejemplo, en Barcelona existía un burdel en Castell Nou.

A mediados del siglo XV, el licenciado fray Diego de Ubeda dice ante el Concejo de Murcia que “en la juderia della en algunas casas sennaladas... se fasia pecado de forniçio, no tan solamente christianos con christianas, mas aun viniendo contra la fe nuestra yasian jodios con christianas... cosa muy aborreçible de Dios e de la nuestra Santa Fe”. Los tribunales regios no reprimen tanto el ejercicio de las “fembras publicas” cuanto que ofrezcan sus servicios fuera de la judería a personas inadecuadas, como sucedía en Valencia.

 

Como podemos comprobar, se percibe a una doble moral que hace de la prostitución un mal necesario. Esta dualidad la ilustra perfectamente el rabíno Yehuda ben Asher, que relata el debate suscitado durante el siglo XIV en Castilla, y que dividió la sociedad castellana en dos corrientes: la 1ª anhelaba erradicar la prostitución y echar a las cortesanas por considerarlas fuente de pecado; la 2ª. representada por el rabí Isaac Arama, que era permisiva, porque así se evitaba acudir a prostitutas cristianas y compartir la “semilla divina” con los gentiles, al tiempo que era un mecanismo de defensa de las doncellas y las mujeres respetables. Contribuía, pues, a mantener un equilibrio en el ecosistema social.

 

LA MENSTRUACION

 

En Levítico 15:19-24 se explica que se considera que la mujer está en un estado de impureza durante los días de la menstruación. La Torá exige la abstinencia sexual 7 días desde que se inicia el sangrado.

Los rabinos talmúdicos consideran, que los 7 días de abstinencia deben contarse a partir de la desaparición de la menstruación sumando de esta forma doce días de abstinencia. La práctica usual entre los judíos ortodoxos es que al terminar la abstinencia la mujer debe sumergirse en un baño o mikva antes de reanudar relaciones con su esposo. De acuerdo con estas premisas talmúdicas, el encanto del matrimonio aumenta con este periodo de abstinencia.

El judaísmo comparte con otras culturas el temor a la sangre y disocia la fase menstrual con la concepción y la vida, lo que convierte a la mujer en excluida social. Dichos comportamientos imponen periodos de abstinencia y un distanciamiento físico de los esposos.

 

Se pone fin a esta abstinencia cuando se realizan diversos actos de purificación coincidentes con una nueva ovulación. Regula de una manera precisa la vida sexual de la pareja, si consideramos la etapa pre y pos-menstrual para favorecer la procreación, porque dichas limitaciones, como hemos visto, hacen a la mujer más deseable a los ojos de su marido.

 

Una vez transcurrido el 7º día, si ha desaparecido el flujo vaginal, realizará un baño purificador de inmersión y lavará sus ropas. Sólo entonces ya es considerada apta para el matrimonio. Se instauran los días impuros pre-menstruales y se anima a la mujer a que realice una exploración de sus órganos reproductores antes de iniciar una relación sexual para que no sobrevenga incidentalmente una pérdida de sangre inesperada.

 

Como vemos, en rasgos generales, la sexualidad judía resulta chocante en algunos aspectos de la misma, sobre todo en el mundo occidental.

EL SEXO KOSHER

 

Esta sabiduría ancestral se encuentra escrita en la Torá, el libro más sagrado del judaísmo, en donde se describe detalladamente cómo una pareja debe consumar su amor.

 

Para los sabios este pequeño acto puede cambiar al mundo y ofrece una nueva posibilidad de apreciar la vida.

 

El rabino Manis Friedman, consejero matrimonial, publicó un texto avalado por Bob Dylan llamado The Joy of Intimacy: A Soulful Guide to Love, Sexuality & Marriage, en donde explica el excitante mundo del sexo desde esta óptica. Después de leerlo concluí algo: los judíos somos más liberales que muchas otras culturas monoteístas del siglo XXI.

 

En el documental La llave perdida, de Ricardo Adler, se puede ver donde matrimonios ortodoxos confiesan cómo sin esfuerzo alcanzan el clímax.

 

Proteger el cuarto nupcial del resto de las energías de la casa es fundamental para iniciar cualquier relación íntima. Los expertos recomiendan sacar cualquier elemento que pueda desviar la atención de la pareja. 

 

Durante la relación sexual no está permitido usar ropa. La pareja ha de estar completamente desnuda. La acción principal está enfocada en dar y recibir y no puede haber nada que se interponga. 

 

En la actualidad el israelita entiende la magia de la oscuridad como un paso hacia la imaginación. Esto significa que uno no debe sentirse distraído por lo que ve. Incluso puede haber luz en el cuarto mientras la fuente de excitación no provenga únicamente del físico de la pareja.

 

Los rabinos describen el tacto de la caricias como un medio para descubrir al otro. Hay que dirigir los pensamientos y sentimientos exclusivamente a la persona con la que estamos y tener claro que se habla primero de alcanzar la felicidad para después obtener el placer.

 

 

Calentamiento y caricias

 

En los momentos previos se permite todo lo que la pareja desee probar, siempre y cuando eso no se conviertan en lo más importante del acto sexual o imiten la penetración homosexual. El camino no es la meta.

 

 

 

La impregnación y eyaculación masculina

 

En cuanto a la eyaculación hay una cosa que no puedes hacer: perder tu semen (Vea https://betzalel.jimdofree.com/semen-humano/). El hombre debe hacerlo adentro, dirigiendo el semen dentro de la vagina pero al interior del útero tal y como se puede ver en la ilustración animada abajo, incluso si no hay inclinación de quedar en embarazo. 

 

Existe en los estudios cabalísticos un principio fundamental que se bifurca en los conceptos: giver (hombre) y receiver (mujer). Si dos personas están dando, sólo están intercambiando cosas. Si las dos están recibiendo, tampoco pasa nada. En cambio, cuando alguien que “da” se une a alguien que “recibe”, pueden convertirse en un solo ser. 

 

El judaísmo explica que el acto de recibir significa “abarcar a alguien más en tu existencia”, así que la mujer está lejos de percibirse como el sexo débil. De hecho, su papel es más complejo y poderoso que el del hombre. La intimidad se logra cuando juntos, cada uno como giver y receiver, llegan al éxtasis. 

 

 

https://drive.google.com/file/d/1bVNNFxdjmmcIqccK_6pX3Fz-EC8S36Tj/view?usp=sharing

Métodos anticonceptivos

 

Hoy las autoridades religiosas interpretan que los métodos anticonceptivos son útiles y válidos al momento de la acción. Pero no cualquier tipo de métodos. De los orales, mecánicos y químicos el judaísmo permite utilizar aquellos que no intervengan físicamente en el acto.

 

Entre los Siglos  III a.e.c. y VI d.e.c –la época de la concepción del Talmud- ya existían métodos anticonceptivos. De hecho los más antiguos métodos anticonceptivos que se conocen en la Historia datan del S XIX antes de la era común, en Egipto. Y debían de ser bastante populares para que en el Talmud se tratara este espinoso tema: Tratado de Ketuvot 37, para más señas.

 

 

La Guemará se pregunta, en este caso, si una mujer conversa al judaísmo o redimida del cautiverio puede casarse inmediatamente con un hebreo o si por el contrario debería esperar que pasen 3 meses, tal cual es la ley para viudas y divorciadas que se quieran casar en segundas nupcias.

 

El motivo de este trimestre de espera es comprobar que si estuviera embarazada se supiera quien es el padre, pues a los 3 meses ya hay evidencias físicas de embarazo.

 

Y es aquí donde surge la cuestión de las mujeres que por algún motivo no desean caer embarazadas, bien porque fueran conversas o bien incluso porque fueran prostitutas.

 

Y entonces aparece el término “moj” (que hoy, en hebreo moderno persiste por ejemplo para designar las pelotillas que se forman con el uso continuado de una prenda de lana) En aquél tiempo, el “moj” , dicen los exégetas medievales del Talmud, era una especie de tampón de algodón que impedía por absorción que el óvulo pudiera ser fecundado.

 

En Ketuvot 39 se menciona a tres tipos de mujeres que usaban el “moj”: 1) menores de edad que pudieran ser violadas (y víctimas de un embarazo no deseado que podría llevarlas incluso a la muerte en el parto) as embarazadas (para impedir el hipotético y poco frecuente caso de dos embarazos simultáneos con concepciones separadas en el tiempo) y las mujeres que están en período de lactancia, porque entonces ya se sabía que un embarazo disminuía la cantidad de leche materna.

 

Después, con el paso del tiempo, nuestros antiguos sabios mencionaron la existencia de cierto tipo de poción, fabricada a base de raíces, que producía una esterilidad temporal e incluso permanente si era ingerida en dosis elevadas.

 

La poción mencionada no tenía las características de los contraceptivos actuales. Se utilizaba en casos específicos, o sea no se producía masivamente, ni era considerada como un agente confiable. Pero nunca se supo exactamente su composición.

 

Actualmente, la mayoría de las autoridades religiosas del judaísmo permiten el uso de métodos anticonceptivos -aun cuando no se haya establecido una familia- en caso en que el embarazo pueda representar un peligro para la madre o si se sabe con certeza que el bebé se podría ver afectado por una enfermedad congénita. En determinadas circunstancias, el rabino da su autorización basándose no sólo en criterios médicos, sino también en consideraciones ligadas a las necesidades psicológicas de la madre.

 

 

Esta actitud no tiene como objetivo el favorecer las relaciones extramaritales ni el limitar el tamaño de la familia por razones sociales, demográficas o por conveniencia económica, sino que pretende una mayor compenetración en cada caso en particular, con el objeto de que la familia constituya un núcleo sano desde el punto de vista mental y físico.

 

 

¿Cúal es el punto de vista que hoy se tiene dentro del Mesianismo nazareno, sobre el uso o no de métodos anticonceptivos?

 

El ejemplo bíblico en el cual YHVH expresó su desaprobación de Onán por desperdiciar su semen de ningún modo indica que es incorrecto usar contraceptivos.

 

No, porque un examen del registro acerca de Onán revela que no fue ejecutado por practicar el control de la natalidad.

 

Después de la muerte de su hermano Er, Onán recibió instrucción de su padre Yehudáh para efectuar el matrimonio de cuñado o levirato con Tamar. Esto fue con el propósito explícito de ‘levantar descendencia’ para su hermano muerto.

 

No tendría derecho de tener relaciones con ella de otra manera. En cuanto a la respuesta de Onán al mandato de Yehudáh, leemos: “Sabía Onán que la prole no llegaría a ser suya; y sucedió que cuando sí tuvo relaciones con la esposa de su hermano desperdició su semen en la tierra para no darle prole a su hermano. Ahora bien, lo que hizo era malo a los ojos de YHVH.” (Gén. 38:8-10) El matrimonio de cuñado se incorporó más tarde en el pacto de la Ley por mandato de YHVH.—Deu. 25:5, 6.

 

Por obrar de modo contrario al propósito del matrimonio de cuñado, Onán demostró falta de respeto a su padre. En desobediencia al mandato de su padre, egoístamente se abstuvo de preservar la línea de familia de Er. Esto también fue una expresión de odio a Er, ya que Onán no obró a favor sino en contra de los intereses de su hermano muerto. Onán insensiblemente deshonró a la viuda de su hermano. Egoístamente descubrió la desnudez de ella pero retuvo de ella el derecho legítimo de la maternidad. También mostró que no apreciaba las “cosas sagradas,” ya que había una posibilidad de que el Mesías prometido hubiera venido por medio de la prole que pudiera haber procreado por medio de Tamar. (Compare con Hebreos 12:16.) Todos esos factores revelan que Onán fue un hombre maligno que no respetaba los intereses de otros cuando sus propios intereses parecían estar en juego. Se debe a la perversidad malvada del motivo que tuvo Onán al rehusar darle prole a su hermano muerto que YHVH le quitó la vida.

 

Puesto que el caso de Onán fue uno que envolvió desatención egoísta al propósito del matrimonio de cuñado no se puede usar para condenar el control de la natalidad por diversos métodos apropiados.

 

Es digno de notarse que la Biblia en ninguna parte considera el uso de contraceptivos o el control de la natalidad en el matrimonio. Tampoco dice que los creyentes mesiánicos están obligados a producir más hijos e hijas de lo que las circunstancias permitan. Lo que si está regulado como un mandato divino para la pareja es tener linaje de acuerdo con Génesis 1:28. Por lo tanto la fecundación es el 1º de los mandamientos bíblicos, pero no indica cuantos hijos o hijas se han de tener. Lo razonable es tener un numero razonable de niños y niñas.

 

En consecuencia, tocante al control de la natalidad, las parejas nazarenas mesiánicas tienen que dejar que su conciencia entrenada en las Escrituras tanto del Antiguo Pacto como del Pacto Renovado, los dirija en sus relaciones sexuales placenteras y determinen ellos mismos el uso que se de al anticonceptivo que empleen siempre y cuando no alteren la salud o pongan en riesgo la concepción de ser producida.

 

Ningún rabino pastor o moreh debe intervenir en algo que es íntimo de la pareja. No deben preguntar acerca de como hacen sus relaciones íntimas ni sugerir que o no hacer en ellas.

 

Es la pareja quien determina lo que les da más placer en el sexo intimo.

 

el plan de YHVH para la sexualidad humana se resalta en Hebreos 13:4 Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

 

El matrimonio es una institución honorable y cómo todos debemos darle el honor como corresponde. Huid de la fornicación. Abomina, detesta y escapa de toda inmundicia. Tener actividad sexual fuera del matrimonio es lo que aborrece Dios.

 

Aunque las actitudes hacia el sexo varían ampliamente, necesitamos entender que Dios está en el negocio de hacer las cosas bellas y no tenemos que avergonzarnos de nada de lo que Dios hizo. Siendo que Dios creó el sexo, lo único que es legítimo en cuanto a satisfacción del apetito sexual está enmarcado dentro de un compromiso de pacto; el sello de un compromiso de pacto se encuentra en la UNIÓN CONYUGAL y esto pertenece a la lógica DIVINA.

 

El principio divino demuestra que Dios creó el sexo para el matrimonio, no fuera del matrimonio. Nunca una pareja fiel va a tener problemas de enfermedad venéreas por tener mucho sexo entre ellos. Sin embargo, si uno de los dos sale del pacto y tiene sexo fuera del matrimonio, correrá el riesgo de enfermedades, otras consecuencias por motivo de ese pecado.

 

1 Corintios 7:3

El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.

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Hebreos 13:4

Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

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Génesis 2:24

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

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1 Corintios 7:2

pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.

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Proverbios 5:18-19

Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.

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1 Corintios 6:18

Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.

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Mateo 5:28

Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

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Colosenses 3:5

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

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1 Corintios 7:5

No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

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Proverbios 6:32

Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace.

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1 Corintios 7:1-2

En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.

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Oración

¡YHVH bueno y eterno, Altísimo Señor! Te alabo porque eres Justo, Santo y digno de toda suprema alabanza y adoración. Padre Santo, gracias porque creaste la sexualidad entre el hombre y la mujer con la finalidad que fuese procreado en el marco del matrimonio. Te pido que pueda mantener una sexualidad totalmente sana, tanto física como espiritual. Padre Santo, permíteme vivir una unión conyugal placentera, que el negarnos el uno al otro sea de mutuo acuerdo, haznos comprender que no se trata solamente de sexo, sino de amor, respeto y compresión. Te pido que la presencia de tu Espíritu Santo me dé la fortaleza para santificar y a su vez disfrutar del éxtasis del placer en mi lecho matrimonial, porque ciertamente tu palabra dice: «Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios». Recuérdanos que tu voluntad es que la sexualidad sea un viaje en el cual juntos lleguemos a viejos observándonos y deleitándonos a pesar de los años. Señor, que mis pensamientos y emociones sean controlados por la presencia de tu Espíritu Santo. Y que el acto de amor que tengamos después de nuestra oración lo bendigas con fecundación de la semilla debidamente puesta en su debido lugar. En el nombre de Yeshúa el Mesías. ¡Amén! 

 

Dios quiere guiar cada tapa de tu vida, en cada detalle quiere estar presente, tanto en lo que consideras pequeño, como aquello que ves muy grande, él desea que tengas la confianza plena de saber que El Padre tiene cuidado de ti. En esta etapa tan hermosa en la cual estás introduciéndote, tienes que saber que llevas contigo una bendición muy grande, un regalo especial, el cual debes cuidar y amar profundamente, debes velar por su crecimiento, ser paciente y estar llena de tanta mansedumbre para que puedas guiarle con mucha sabiduría en su continuo desarrollo. Estar embarazada te hace una mujer dichosa, en tu vientre hay un ser que cada día necesita de ti, por eso dedícale tus mejores caricias cada mañana, cántale porque él reconoce ya tu voz, ora por él o por ella aun sin conocerlo y declara la palabra de Dios en esa criatura que está por nacer, la idea es que puedas disfrutar cada etapa de tu embarazo, que puedas sentir las pataditas y que aun eso cause deleite en ti, el hecho de llevar un ser por 9 meses en tu barriga es una oportunidad para amar como Dios te ha amado. No tengas miedo, ni por las carencias que puedas tener, no pierdas la paz y aumenta cada día tu fè, ten la esperanza que todo va a salir bien, e imagina como quieres que sea todo y habla con el Espíritu Santo, pídele que te ayude en tus temores y que te dé las fuerzas en el momento que empiece el trabajo del parto, nuevamente te digo que no tengas miedo, ten calma y espera con paciencia el momento más deseado de tu corazón, una vez que contemples su cara no olvides darle gracias a Dios por su fidelidad y empieza a disfrutar cada instante con tu bebe, cuando ya lo tengas en tus manos estarás viendo la bondad de Dios y entonces tu corazón se va a regocijar porque eres bienaventurada por traer una vida a este mundo.

 

Juan 16:21

La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.

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Génesis 1:28

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

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Salmos 127:3

He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.

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Salmos 113:9

Él hace habitar en familia a la estéril, Que se goza en ser madre de hijos. Aleluya.

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Salmos 128:3

Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.

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Éxodo 23:26

No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días.

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Oración

¡YHVH eres el principio y el fin! Padre, creador del cielo y la tierra, eres el primero y el último, el principio y el fin. Padre en este momento me acerco a ti en nombre de Yeshúa para darte gracias con todo mi corazón por mi embarazo, porque tú decidiste otorgarme esta hermosa e inigualable bendición que al mismo tiempo es una gran responsabilidad, gracias porque ante ti halle favor al quedar fecundada de la semilla de la vida y me elegiste como instrumento para traer al mundo a este maravilloso bebe que se está formando en mi vientre. YHVH amado extiende Tu mano sobre mí para que sienta paz y reposo en medio de esta etapa, tu palabra dice: «No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días», por lo tanto, creo que tienes cuidado de nuestras vidas y velas por la salud de mi hijo/a. Padre colocó en tus manos el desarrollo, el crecimiento y el bienestar de mi bebé, te pido lo hagas una persona de bien, esforzado/a, valiente, virtuoso/a y lleno de tu favor y amor. Dame sabiduría para instruirle en Tu camino y crezca en el temor a Tu nombre,Padre ayúdame a ser una voz de consuelo y consejo para él/ella. En el nombre de Yeshúa haMashiaj ¡Amén!

 

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