RESURRECCIÓN

“Tengo esperanza ... de que va a haber resurrección.” (HECHOS 24:15.)

YHVH nos ha dado buenas razones para confiar en la resurrección. Tenemos su palabra de que los muertos se levantarán para vivir de nuevo, y no cabe duda de que su propósito con respecto a los que están durmiendo en la muerte se cumplirá (Isaías 55:11; Lucas 18:27). De hecho, El Poderoso ya ha demostrado su poder para levantar a los muertos.

 

La fe en el medio que El Poderoso ha dispuesto para levantar a los muertos por medio de su Hijo, Yeshúa el Mesías, puede sostenernos en tiempos de agobio, vacío, y profunda tristeza. La seguridad de la esperanza de la resurrección también puede ayudarnos a mantenernos leales a nuestro Padre celestial, aun hasta la muerte. Esta confianza seguramente se fortalecerá a medida que repasemos varios casos de resurrecciones que se relatan en las Escrituras Santas. Todos estos milagros se efectuaron mediante el poder del Soberano Universal Yahweh.

 

Recibieron a sus muertos por resurrección

En una emocionante reseña de la fe que tuvieron muchos creyentes de YHVH, el apóstol Shaul o Pablo escribió: “Hubo mujeres que recibieron a sus muertos por resurrección” (Hebreos 11:35; 12:1). Una de ellas fue una viuda pobre de la ciudad fenicia de Sarepta. Puesto que había sido hospitalaria con Elías (Eliyahu), el profeta del Poderoso, la harina y el aceite que esta mujer tenía se perpetuaron milagrosamente durante un hambre que hubiera terminado con su vida y la de su hijo. Cuando más tarde el niño murió, Elías lo recostó en un lecho, oró, se estiró 3 veces sobre él y suplicó: “Oh Yahweh mi El Poderoso, por favor, haz que la vida de este niño vuelva dentro de él”. El Poderoso hizo que la vida, volviera dentro del muchacho (1 Reyes 17:8-24). Imaginémonos el gozo de aquella viuda al ver recompensada su fe mediante la primera resurrección de la que hay constancia: la de su propio hijo.

 

Otra mujer que recibió a uno de sus muertos por resurrección vivía en el pueblo de Sunem. Era la esposa de un hombre de edad avanzada y trató con bondad al profeta Eliseo y a su servidor. Por ello, se la recompensó con un hijo. Sin embargo, varios años más tarde su hijo murió. La madre fue a buscar al profeta y este acudió a su hogar, donde encontró al muchacho muerto. Eliseo oró y realizó ciertas acciones, de modo que “la carne del niño se calentó gradualmente”. “El muchacho se puso a estornudar hasta 7 veces, después de lo cual [...] abrió los ojos.” Esta resurrección sin duda regocijó mucho a la madre y también al niño (2 Reyes 4:8-37; 8:1-6). Pero aún se sentirán mucho más felices cuando se les levante para vivir en la Tierra en la “resurrección mayor”, que les brindará la posibilidad de no tener que morir nunca más. ¡Qué agradecidos estarán al amoroso El Poderoso de la resurrección, Yahweh! (Hebreos 11:35.)

 

Aun después de la muerte y el entierro de Eliseo, El Poderoso confirió poder a sus huesos por medio de la acción de la Rúaj o espíritu santo. Leemos: “Mientras [ciertos israelitas] estaban enterrando a un hombre, pues, aquí vieron la banda asalteadora [moabita]. Al punto arrojaron al hombre en la sepultura de Eliseo, y se fueron. Cuando el hombre [muerto] tocó los huesos de Eliseo, inmediatamente llegó a vivir, y se levantó sobre sus pies” (2 Reyes 13:20, 21). ¡Qué gozo debió haber sentido! Imaginémonos, pues, el gozo que experimentaremos cuando nuestros seres queridos sean levantados de entre los muertos gracias al infalible plan de Restauración de YHWH El Todopoderoso.

 

El Hijo del Poderoso levantó a los muertos

El Hijo del Poderoso, Yeshúa el Mesías, nos ha dado buenas razones para creer que los muertos pueden ser resucitados con la perspectiva de vivir para siempre. Un incidente ocurrido cerca de la ciudad de Naín nos ayuda a ver que ese milagro es factible mediante el poder divino. En una ocasión, Yeshúa se encontró con una procesión que sacaba de la ciudad el cadáver de un joven para enterrarlo. Era el hijo único de una viuda. Yeshúa dijo a la mujer: “Deja de llorar”. Luego tocó el féretro y mandó: “Joven, yo te digo: ¡Levántate!”. En aquel momento se incorporó y comenzó a hablar (Lucas 7:11-15). Este milagro ciertamente reafirma nuestro convencimiento sobre la seguridad de la esperanza de la resurrección.

 

Recuerde también, el relato de Jairo, presidente de la sinagoga de Kefar-Najum. Este hombre pidió a Yeshúa que ayudara a su hija de 12 años, que estaba a punto de morir. Pronto se le informó de que la joven había muerto. Yeshúa dijo al desconsolado Jairo que tuviera fe y lo acompañó a su casa, donde una muchedumbre lloraba a la difunta. La gente se rió cuando Yeshúa dijo: “La niñita no ha muerto, sino que duerme”. En realidad había fallecido, pero Yeshúa iba a despertarla del sueño profundo. Tomando la mano de la niña dijo: “Muchacha, ¡levántate!”. Al instante se levantó y “sus padres quedaron extasiados” (Marcos 5:35-43; Lucas 8:49-56). La gente sin duda también quedará “extasiada” cuando sus familiares sean levantados para vivir en una tierra restaurada y llena de jardines y vida.

 

 

 

 

Hacía 4 días que Elazar (Lázaro) había muerto cuando Yeshúa se acercó a su tumba y mandó que se retirara la piedra de la entrada. Después de orar públicamente para que los observadores supieran que dependía del poder que El Poderoso le había concedido, Yeshúa dijo con fuerte voz: “¡Elazar, sal!”. Y Elazar salió. Aún tenía las manos y los pies atados con las envolturas del entierro y el rostro cubierto por un sudario. “Desatadle y dejadle ir”, dijo Yeshúa. Muchos de los que estaban allí para consolar a las hermanas de Lázaro, María y Marta, presenciaron este milagro y pusieron fe en Yeshúa (Juan 11:1-45). ¿No refuerza este relato la esperanza de que nuestros seres queridos pueden volver a la vida en el mundo nuevo restaurado en el Mesías?

 

 

Ya que Yeshúa resucitó a los muertos cuando estuvo en la Tierra, sin duda lo hará de nuevo como ser celestial con el poder que El Poderoso le ha otorgado. Yeshúa es “la resurrección y la vida”, y es muy reconfortante saber que en el futuro cercano “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28, 29; 11:25).

Otras resurrecciones fortalecen nuestra esperanza

Cuando Yeshúa envió a sus enviados como predicadores, les dijo: “Levantad muertos” (Mateo 10:5-8). Para ello, por supuesto, tenían que depender del poder del Poderoso. En el siglo I de nuestra Era una mujer piadosa de nombre Dorcas (Tabita) se durmió en la muerte en Jope (Yaffa-Israel). Entre sus buenas obras se contaba la confección de ropa para las viudas necesitadas, las cuales lloraron mucho su muerte. Los discípulos la prepararon para el entierro y mandaron llamar al apóstol Kefah (Pedro), quizá para que los consolara (Hechos 9:32-38). Este despidió a todos los que estaban en el aposento de arriba, oró y dijo: “Tabita, ¡levántate!”. La mujer abrió los ojos, se incorporó, tomó la mano de Pedro y él la levantó. Esta resurrección, la primera atribuida a un apóstol, hizo que muchas personas creyeran (Hechos 9:39-42). También nos da a nosotros más motivos para confiar en la resurrección.

 

La última resurrección referida en la Biblia ocurrió en Troas. Shaul de Tarso oo Pablo se detuvo allí en su 3er viaje misional y pronunció un discurso que se prolongó hasta la medianoche. Un joven llamado Eutico se durmió y se cayó desde la ventana de un 3er piso, vencido por el cansancio y quizá por el calor de las muchas lámparas y la aglomeración. “Lo alzaron muerto”, no solo inconsciente. Shaul/Pablo se echó sobre él, lo abrazó y dijo a los observadores: “Dejen de hacer bullicio, porque su vida está en él”, con lo que quiso decir que el joven había recuperado la vida. Los presentes “quedaron inmensamente consolados” (Hechos 20:7-12). Hoy a los creyentes  del Poderoso les conforta mucho saber que sus seres queridos y amigos tendrán la resurrección.

 

 

 

La resurrección: una esperanza muy antigua

Pablo testificó en su juicio ante el gobernador romano Félix: “Creo todas las cosas expuestas en la Ley y escritas en los Profetas; y tengo esperanza en cuanto a El Poderoso [...] de que va a haber resurrección de justos e injustos” (Hechos 24:14, 15). ¿De qué manera indican algunas secciones de la Palabra del Todopoderoso, como “la Ley”, que los muertos se levantarán?

 

YHWH mismo hizo referencia a la resurrección cuando pronunció la primera profecía en Edén. Al sentenciar a “la serpiente original”, dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón” (Apocalipsis 12:9; Génesis 3:14, 15). El magullamiento del talón de la simiente de la mujer significaba la muerte de Yeshúa el Mesías. Para que aquella Simiente magullara luego la cabeza de la serpiente, tenía que ser levantada de entre los muertos (Resucitada).

 

Yeshúa declaró: “El que los muertos son levantados, hasta Mosheh lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Yahweh ‘El Poderoso de Avrahán y El Poderoso de Yitsjaq y El Poderoso de Yaaqov’. Él no es El Poderoso de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven” (Lucas 20:27, 37, 38; Éxodo 3:6). Avrahán, Yitsjaq y Yaaqov estaban muertos, pero el plan divino es de resucitarlos,  se cumpliría con tanta seguridad que para El Poderoso es como si estuvieran vivos.

 

Avrahán tenía razones para confiar en la resurrección, pues El Poderoso hizo que tanto él como su esposa Sara recobraran milagrosamente sus facultades reproductoras cuando eran ya muy ancianos para tener hijos. Eso fue como una resurrección (Génesis 18:9-11; 21:1-3; Hebreos 11:11, 12). Cuando su hijo, Isaac, contaba unos 25 años de edad, El Poderoso dijo a Avrahán que lo sacrificara. Sin embargo, cuando este estaba a punto de darle muerte, el Ángel de YHWH detuvo su mano. Avrahán “estimó que El Poderoso podía levantarlo [a Isaac] hasta de entre los muertos; y de allí lo recibió también a manera de parábola” (Hebreos 11:17-19; Génesis 22:1-18).

 

 

Abrahán esperaba la resurrección bajo el gobierno del Mesías, la Descendencia o Simiente prometida. En su existencia prehumana, el Hijo del Poderoso observó la fe de Abrahán. Por tanto, cuando estuvo en la Tierra dijo a los judíos: “Abrahán su padre se gozó mucho anhelando ver mi día” (Juan 8:56-58; Proverbios 8:30, 31). Ahora Abrahán está durmiendo en la muerte, esperando la resurrección para vivir en la Tierra bajo el Reinado Mesiánico del Poderoso en manos de Yeshúa (Hebreos 11:8-10, 13).

 

 

El testimonio de la Ley y los Salmos

La esperanza que tenía Pablo en la resurrección armonizaba con “las cosas expuestas en la Ley”. El Poderoso había dicho a los israelitas: “Tienen que llevar una gavilla de las primicias de su siega al sacerdote. Y [el 16 de Nisán] él tiene que mecer la gavilla de acá para allá delante de Yahweh para que os favorezca” (Levítico 23:9-14). Tal vez teniendo presentes estas palabras, Pablo escribió: “Mesías ha sido levantado de entre los muertos, las primicias de los que se han dormido en la muerte”. Yeshúa resucitó el 16 de Nisán como “las primicias”. Posteriormente, durante su presencia, tendría lugar la resurrección del resto de la cosecha, sus seguidores o talmidím (1 Corintios 15:20-23; 2 Corintios 1:21; 1 Juan 2:20, 27).

 

Los Salmos también apoyan la enseñanza de la resurrección. En el día de Pentecostés o fiesta judía de las Semanas (Savuot), el apóstol citó del Salmo 16:8-11 cuando señaló: “David dice tocante a él [Mesías]: ‘Tenía a Yahweh constantemente ante mis ojos; porque está a mi diestra para que yo nunca sea sacudido. A causa de esto se alegró mi corazón y se regocijó mucho mi lengua. Además, hasta mi carne residirá en esperanza; porque no dejarás mi vida en el Sepulcro, ni permitirás que el que te es leal se corrompa [’]”. Kefah (Pedro) añadió: “[David] vio de antemano y habló respecto a la resurrección del Mesías, que ni fue abandonado en el Sepulcro ni su carne vio corrupción. A este Yeshúa lo resucitó El Poderoso” (Hechos 2:25-32).

 

Unos días más tarde, Simón Kefah citó de nuevo de los Salmos, esta vez ante el Sanedrín. Cuando se le preguntó cómo había curado a un mendigo cojo, el apóstol dijo: “Se os de a conocer a todos y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Yeshúa el Mesías el Nazareno, a quien fijastéis en un madero, pero a quien El Poderoso levantó de entre los muertos, por este se halla este hombre de pie aquí sano delante de ustedes. Esta [Yeshúa] es ‘la piedra que fue desechada por vosotros los edificadores pero, que ha llegado a ser cabeza del ángulo’. Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos salvación” (Hechos 4:10-12).

 

En este pasaje Simón citó del Salmo 118:22, y lo aplicó a la muerte y resurrección de Yeshúa. Los judíos, incitados por sus guías religiosos, rechazaron a Yeshúa (Juan 19:14-18; Hechos 3:14, 15). El que “los edificadores” rechazaran la piedra resultó en la muerte de Mesías, pero el que esta ‘se convirtiera en la cabeza del ángulo’ significó que sería levantado para vivir celestialmente. Tal como predijo el salmista, ‘esto vino a ser de parte de Yahweh’ (Salmo 118:23). Hacer de “la piedra” la Cabeza del ángulo implicaba ensalzar a Yeshúa a la posición de Rey (Efesios 1:19, 20).

Sostenidos por la esperanza de la resurrección

 

Aunque nosotros nunca hemos visto personalmente a nadie que se haya levantado de entre los muertos, hemos analizado algunos relatos bíblicos que nos dan seguridad en cuanto a la resurrección. De modo que podemos abrigar la esperanza que el justo Job expresó en una súplica cuando estaba sufriendo: “¡Si un hombre muere ¿revivirá? Todos los días de mi servicio esperaría.  Hasta que viniera mi relevo! [...] Me llamarías, y yo Te respondería, ¡Tendrás añoranza profunda por la obra de Tus manos! (Job 14:13-15 TIRY). El Poderoso ‘sentirá añoranza profunda’ por la obra de ‘Sus manos’ en el sentido de que deseará vivamente resucitar a Job. ¡Qué esperanza nos dan estas palabras!

 

 

Tal vez un familiar enferme de gravedad, al igual que Job, e incluso sucumba a nuestro enemigo, la muerte. Puede que los dolientes derramen lágrimas de dolor y tengan ese vacío ingrato, tal como Yeshúa lloró cuando Lázaro falleció (Juan 11:35).

 

Nos trae consuelo y nos reconforta saber que El Todopoderoso YHVH mediante la Voz de Yeshúa, llamará a los que están en Su memoria y estos responderán. Será como si regresaran de un viaje, no enfermos ni impedidos, sino con buena salud, para ya nunca más enfermar y morir en una tierra restaurada bajo el gobierno o reinado mesiánico de Yeshúa.

 

¡EN VERDAD YESHUA EL MESIAS TE DA CONSUELO EN TUS MOMENTOS MÁS TRISTES AL PERDER A UN SER QUERIDO!

 

 

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